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En una época en la que se veneraba el honor, desde una época en la que la gracia y la belleza eran virtudes, una clase de guerreros se apartó para dedicar sus vidas a una perfección en el combate que en sí mismo era una forma de arte, a una disciplina de la mente que se convirtió en un religión. El logro de tal excelencia requirió una diligencia extraordinaria en la abnegación y el entrenamiento para lograr el máximo galardón de "Señor de la Guerra".
Kendo, Karate y finalmente Samurai son las pruebas que deben dominarse antes de poder otorgar tal honor.