Desde las profundidades del castillo de Mordroc, un hedor nauseabundo se elevó para mezclarse con el aire frío y húmedo de la medianoche; el signo revelador del dragón que escupe fuego, la mascota del mago malvado, Singe; la bestia que custodiaba a la princesa Daphne en las cuevas mortales muy por debajo de la superficie. Dirk el Temerario caminó con paso firme hacia la puerta del castillo. No sintió miedo; pero entonces el miedo era para los cobardes. Ningún otro se atrevería a entrar en este peligroso castillo donde Mordroc había apresado a la indefensa princesa. Pero para Dirk no había otro camino posible a seguir. Ahora era el momento de los héroes. Ahora era el momento de actuar. Ahora era el momento de entrar en la Guarida del Dragón ...